lunes, 8 de octubre de 2012

¿Por qué dar el pecho? Segunda parte: BENEFICIOS PARA EL BEBÉ.









Como habíamos dicho ya en otro post, la leche materna es VIVA y cambiante. Es decir, que la composición y las cualidades varían según la etapa de desarrollo en la que se encuentra tu bebé. Incluso en una misma toma la composición de la leche cambia del principio al final. Por ejemplo, la leche que sale al principio es más ligera, para saciar la sed del bebé, y la que sale en los siguientes minutos es la que tiene más grasas y nutrición.
 [Esto lo veremos más detenidamente en otro momento]. Por esto es buena para nuestro hijo, porque tiene absolutamente todo lo que él necesita y en el momento en que lo necesita.
Una de las propiedades más importantes de la leche materna es la de proteger al bebé frente a las infecciones como diarrea, infecciones respiratorias (catarros, bronquiolitis, bronquitis, neumonía), otitis, etc., ya que durante el primer año de vida sus defensas no están completamente desarrolladas. Del mismo modo, los problemas de tipo inmunológico (alergias, asma, leucemia, diabetes, enfermedades crónicas intestinales) son menos frecuentes o aparecen más tarde en los niños que reciben LM. Los bebés que toman el pecho enferman menos, lo que supone un menor gasto en consultas médicas, estancias hospitalarias y fármacos.
Por otro lado, en contra de lo que se suele pensar, los bebés que toman el pecho no son más dependientes, sino más seguros. Además, la leche materna:

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Ayuda al niño con la eliminación del meconio (primeras heces).
- Estimula la maduración del organismo del recién nacido.
- Ayuda al bebé a sentirse seguro y protegido: le sirve para encontrar la calma en situaciones tensas o cubrir sus necesidades afectivas.
- Favorece el desarrollo intelectual y la agudeza visual del niño (por el ‘cara a cara’ con la madre).
- Estimula el desarrollo maxilo-facial y previene las caries en el bebé.


Si la LM se hace posible para la madre, es importantísimo darla, porque sus ventajas no son solo a corto plazo (en lo que dura la lactancia) sino que lo son también a largo plazo, pues el organismo del bebé se beneficia de ello en aspectos físicos y psíquicos que parecen ocultos a nuestra percepción (algunos aspectos no somos capaces de valorarlos o apreciarlos) pero que existen realmente.

Además, para el bebé, mamar es su momento de gloria. Cuando un bebé ya tiene 3-4 meses, la lactancia ha sido establecida correctamente y madre e hijo ya están acostumbrados, se nota cómo disfruta el bebé del amamantamiento, cómo sacia el hambre y cómo cubre sus necesidades afectivas y juega acariciando el pelo de la mamá, enganchándose y soltándose del pecho a placer, y escondiéndose en el seno de su madre sintiéndolo cálido y protector.


1 comentario:

  1. Me ha encantado la serie de entradas. Súper completa.muak

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